Fernando Martínez González – En Crónica
on bastante frecuencia y ante preguntas de alguno de los periodistas que asisten cada mañana a la conferencia matutina del presidente López Obrador, cuando se presume una conducta deshonesta en cualquier dependencia del gobierno, como el caso tan sonado de Segalmex, el de la liquidación de Notimex, o bien denuncias diversas que se han llegado a presentar por parte de miembros de Morena, el presidente, que tiene muy en cuenta aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, siempre responde que en su gobierno ya no hay corrupción, y nadie lo saca de esa postura ya que además siempre dice que él tiene otros datos.
Lo que hay que recordarle al presidente es que un fenómeno como la corrupción, en un país del tamaño de México no puede desaparecer por decreto o porque lo diga el presidente, aun cuando goce de una aprobación ciudadana superior al 70%. Esa aprobación que en buena medida se da por los apoyos en dinero a los adultos mayores, a los jóvenes construyendo el futuro y otros sectores vulnerables, le da margen al jefe del ejecutivo para ostentarse como el presidente incorruptible que ama y es amado por el pueblo bueno.
Sin embargo, datos duros dados a conocer hace unos días por el INEGI revelan que el año pasado una tercera parte de quienes se propusieron emprender un nuevo negocio, fueron víctimas de corrupción. La encuesta, realizada a nivel nacional para medir la calidad y el impacto gubernamental, denominada ENCIG (Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental) mostró que más de 74 mil personas experimentaron algún tipo de corruptela el año pasado 2023, lo que significa que el 27.5% de quienes realizaron el papeleo, para abrir una empresa o negocio enfrentaron este inconveniente que derivó en la tasa más alta desde 2013, año en que el INEGI inició este registro.
El estudio del INEGI demuestra que el cáncer de la corrupción no ha podido ser extirpado. Cada día a más testimonios como el de la diputada federal morenista Inés Parra Juárez, que hablan de desfalcos en el gobierno, en este caso la diputada señaló a la Secretaría del Bienestar por desviar miles de millones de pesos, detectados desde 2018, consistentes en pagos y cobros indebidos por parte de beneficiarios de diversos programas sociales donde no se acredita que ese dinero haya sido entregado, así como deficiencias en los registros de los beneficiarios.
La filtración de las grabaciones, en donde un primo de los hijos del presidente, Andy y “Bobby” López Beltrán, donde el primo Pedro Salazar Beltrán y el empresario, también amigo de los hijos de López Obrador, Amilcar Olán, quien ha sido beneficiado con contratos millonarios para la construcción del Tren Maya, se mofan del balastro de mala calidad que Amilcar y su grupo le vendieron a Grupo Indi, el principal constructor en la 4T, y contratista destacado en la obra del tren, se ha convertido en un verdadero escándalo de corrupción en el círculo intimo del jefe del Ejecutivo.
Ante preguntas de algunos reporteros sobre el tema en las mañaneras, el presidente niega los hechos, con la mano en la cintura sin aportar dato alguno que de credibilidad a su negativa. Pero como dijo recientemente el ex senador y ex presidente del PRD Carlos Navarrete, quien estuvo varios años muy cerca de él, siempre miente con gran cinismo pero su base le cree ciegamente.
Lo cierto es que este gobierno pasará a la historia como uno de los más opacos, enemigo de la transparencia y rendición de cuentas, de ahí que haya otorgado a su obra insignia, el Tren Maya, la categoría de interés nacional por lo que durante más de 10 años no se podrá conocer la realidad de su financiamiento cuyo presupuesto inicial de 150 mil millones de pesos, se disparó a un gasto superior a los 500 mil millones de pesos. Lo mismo con otras obras emblemáticas cuyos gastos provocaron que el sector salud, educativo y de seguridad se quedaran con un presupuestos raquíticos.
En tiempos de campañas electorales, seguramente seguirán saliendo muchas verdades escandalosas, y se confirmará que la corrupción siguió viento en popa durante su gobierno.